8 de noviembre de 2010

MÉXICO, PERCIBIDO MÁS CORRUPTO, MENOS PRÓSPERO Y DEMOCRÁTICO EN 2010

Por Jaime Duarte Mtz., consultor en Imagen y Reputación


> Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2010 de Transparencia Internacional, nuestro país pasó del sitio 72 al 98 de 178 naciones; en 2009 obtuvo un 3.3 de calificación y ahora un 3.1, en una escala del uno al diez. Somalia es el más corrupto y Dinamarca la nación menos corrupta del mundo.
Ver puntuación completa:

> Respecto su calificación de acuerdo con el Índice de Prosperidad del Instituto Legatum del Reino Unido, México bajó cuatro lugares con respecto al 2009; pasó del lugar 49 al 53 entre 110 países. Noruega ocupa hoy el primer lugar y Zimbawe el último.
Puede consultarse en: http://www.prosperity.com/

> Y sobre el Índice de Desarrollo Democrático de América Latina de la fundación Konrad Adenauer, nuestra nación cayó del lugar 5º al 7º, en parte debido a la "narcoviolencia".

28 de febrero de 2010

"CONFIANZA", RETO IMAGOLÓGICO Y REPUTACIONAL DE LA CLASE POLÍTICA MEXICANA


La élite política mexicana enfrenta hoy el triple desafío de recuperar la confianza ciudadana, convencer a la opinión pública de sus aciertos y mejorar la imagen de México en el mundo, pues lo que está en juego no es sólo su permanencia en el poder sino la propia estabilidad y viabilidad del país.

Por Jaime Duarte Mtz.
Analista sociopolítico y Consultor en Imagen y Reputación

La imagen deteriorada del poder
Ya no es noticia que diversos estudios de opinión pública en México han venido dejando muy en claro en el último lustro el vergonzoso nivel de desconfianza y percepción negativa de la ciudadanía hacia los partidos políticos y los diputados. Asimismo, tampoco es sorpresa que investigaciones demoscópicas de empresas como Mitofsky[1] que año con año desde 2004 hasta la fecha miden la evolución de la percepción pública de las instituciones mexicanas, o bien, de ONG’s como la chilena Corporación Latinobarómetro[2] cuya encuesta se aplica anualmente a alrededor de 19,000 personas en 18 países de América Latina –y representa a más de 400 millones de habitantes--, coincidan abrumadoramente en ubicar a la clase política en los últimos lugares de credibilidad.
En febrero pasado, la empresa BGC, Ulises Beltrán y Asociados publicó los resultados de su encuesta relativa precisamente al tema de la confianza en las instituciones, donde por enésima vez los peor calificados fueron los senadores y diputados, precedidos de los partidos, los sindicatos, movimientos de protesta social, la policía judicial y el Gobierno (en general). Todos estos actores en los últimos seis lugares de la tabla.[3]
El problema con la falta de confianza de los ciudadanos hacia sus gobernantes –aludo a lo que decía años atrás Francis Fukuyama en su libro Trust respecto a la presencia fundamental de este valor en cualquier relación humana o de negocios—, es mucho más serio de lo que parece: Lo que subyace en el fondo es una potencial crisis de gobernabilidad que tarde o temprano podría derivar en un escenario indeseable de inestabilidad política-social por desacato a la autoridad. Ello, sin olvidar también la dificultad por superar el creciente abstencionismo electoral y elevar el bajo nivel de participación ciudadana en distintos ámbitos de desarrollo.
El aumento a los impuestos, productos básicos y a la gasolina en el marco de la crisis económica nacional; la exacerbación de la violencia producto del combate al narcotráfico, sumada a la incesante ola de ajusticiamientos por parte de la delincuencia organizada; el brote epidemiológico de la influenza; el crecimiento del desempleo y de la pobreza, y los miles de damnificados como resultado de las inundaciones en varios estados del país, entre otros acontecimientos recientes, refuerzan la creencia mental en la población de que sus autoridades políticas en sus distintos órdenes de gobierno les han fallado una vez más al no poder resolver dichos problemas (prevenibles varios de ellos). Más aún, el sentimiento que aflora fácilmente en las conversaciones de café es de coraje, de rabia y desilusión. En fin… ¡desconfianza y hartazgo! en pocas palabras.[4]
La sensación desesperanzadora de que el país no avanza y que está atascado en medio de la corrupción social, de los desacuerdos políticos, de la división y disputa partidista en este año electoral, es cada vez más fuerte. No se ve, ahora mismo, posibilidad de mejoría.
Consciente de esta difícil situación, el pasado 10 de febrero algunos diarios nacionales informaron que la Presidencia de la República y la Cancillería solicitaron en una misiva a un grupo de consultores presentar proyectos de estrategias de comunicación para “rehabilitar y mejorar” la imagen del gobierno federal en el extranjero, debilitada como resultado de la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado.[5]
Los errores imagológicos del poder
Sumada a la triste realidad nacional citada se encuentran los equívocos de la élite del poder federal, estatal y municipal, mismos que oscurecen más el panorama. Si estos “buenos” o “malos” políticos desean recobrar su prestigio y, por supuesto, recuperar la credibilidad ciudadana, es necesario que primero identifiquen sus propios errores y actúen en consecuencia antes de contratar, diseñar y ejecutar cualquier estrategia de comunicación que a la postre resultará infructuosa. Porque maquillar cifras, fingir optimismo, mantener la opacidad, negar la realidad o distraer a la Opinión Pública ya no es suficiente en el México actual, práctica común en el pasado.
La “mentalidad de teflón” que distingue la psicología del mexicano, al olvidar rápidamente las injusticias o atropellos realizados en su contra, le brinda sin embargo la oportunidad a la clase política de tratar de enmendar el camino. Ya veremos…
Desde mi perspectiva es factible advertir tres fallas graves perceptuales por parte de los hombres y mujeres en el poder: 1. errores de identidad (ser), 2. errores de actuación (hacer) y 3. errores de comunicación (parecer).
1. En torno a las pifias de identidad hay que señalar las pretendidas alianzas electorales en algunas entidades del país. ¿Por qué? La alianza electoral entre el PAN y el PRD, “el agua y el aceite”, no ha sido bien vista por sus propios líderes morales o históricos ni tampoco por la opinión pública ni los líderes de opinión. A más de un panista le salen “ronchas” por el sólo hecho de pensar en votar por un partido que en 2006 postuló al “Peje” (“un peligro para México”) e impulsa el aborto, la homosexualidad y la adopción de niños por éstos. Es decir, a los ojos de la gente este pacto político presenta más dudas y temores, como la idea de que sólo se busca el poder por el poder mismo (como ha manejado astutamente el PRI en los medios). La confusa renuncia del secretario de Gobernación al PAN por esta causa le resta fuerza al blanquiazul en términos de percepción (por la imagen de división o desunión al interior del Gobierno y del partido). Las declaraciones discordantes de Fox, Espino y otros panistas refuerzan esta tesis, como lo expresado por el Ing. Cárdenas. La gente no entendió realmente qué pasó con Gómez Mont.
2. Respecto a los equívocos en la actuación de los poderosos existen varios ejemplos, mismos que van desde la renuncia de “Juanito” en la Delegación de Iztapalapa hasta el desliz del Presidente cuando acusó falsamente a los jóvenes asesinados en Ciudad Juárez de estar ligados a la delincuencia. Entre este y el primer hecho resaltan otros tantos sucesos como la difusión de las jugosas dietas de los diputados federales y sus largas vacaciones de diciembre y enero; antes, la grosera conducta del Diputado Fernández Noroña ante el secretario del Trabajo; la renuncia de las diputadas “juanitas” para ceder su curul a sus suplentes varones; la percepción de subordinación del secretario de Educación ante la “profesora” Gordillo; la defensa perredista del Sindicato Mexicano de Electricistas y de su líder Esparza, con sus varias marchas que desquiciaron el tránsito bajo el permiso de Ebrard; la falta de previsión de las autoridades capitalinas ante las lluvias que pudo evitar mayores daños; el atentado contra Salvador Cabañas, en un horario de operación del bar fuera de lo permitido; los sueldos ofensivos de los ministros de la SCJN; el debate en torno a la aprobación del matrimonio entre homosexuales y los insultos de legisladores del PRD al Cardenal Rivera, etc., etc.
3. El último error en la comunicación consiste en el envío de mensajes confusos, disonantes e incoherentes. Por ejemplo, el intento de desaparecer la Secretaría de Turismo y su posterior confirmación; el spot del Senado de la República –ya retirado—donde un hombre clama por trabajo y una mujer busca con frenesí a un médico; el viaje del gobernador del Estado de México a Roma para anunciar al Papa su enlace con “la gaviota”, que connotó un gasto excesivo en viáticos y comunicación; la negación del PRI de aprobar la reforma fiscal del Presidente y sus negociaciones con Gómez Mont para evitar una alianza electoral PAN-PRD en Oaxaca; la declaración inicial de la PGR respecto a que no atraería el caso de los jóvenes asesinados en Cd. Juárez y el viaje posterior del presidente Calderón a la ciudad, como la renuncia del secretario de Seguridad Estatal a su cargo justo el día de la masacre juvenil para lanzarse como candidato a gobernador, y el clima de zozobra en Reynosa provocados por las bandas de narcos negado por su Alcalde, entre otros.
La imagen deteriorada de México en el exterior
Como es posible apreciar, todos estos elementos negativos mencionados --sumados a los problemas endémicos o estructurales que acumulamos a lo largo de varias décadas en México--, terminan por dañar la percepción que se tiene de nuestro país como un país seguro para la inversión y el turismo internacional.[6]
De acuerdo con el Ranking Anholt-GfK de Marca País 2009, una encuesta realizada por Simon Anholt y la firma GfK Roper Public Affairs & Media[7] aplicada desde 2005 a más de 20 mil personas en 20 naciones para conocer su percepción acerca de 50 países del mundo, ubica a México en el lugar 28 de la tabla, es decir, dos sitios abajo que en 2008 (cuando ocupaba la posición 26).[8] Brasil y Argentina lideran hoy en la región de América Latina en dicho índice, al situarse en los números 20 y 23, respectivamente. Estados Unidos encabeza el índice internacional como Marca País, es el número 1, mientras que Irán está al final en el sitio 50.
En efecto, requerimos hacer grandes esfuerzos como nación para restaurar la devaluada “marca México”, responsabilidad que no sólo compromete a un grupo de consultores privados en imagen y a nuestras autoridades en sus distintos niveles de gobierno, sino a la sociedad en su conjunto. Será este un largo proceso que seguramente nos tomará varios sexenios o generaciones, no sin antes superar la propia apatía e indiferencia social y vencer la resistencia de grupos antagónicos de toda naturaleza que se oponen al cambio, a la paz y a la modernidad del país.[9]
Un ejemplo internacional de lo que significa pasar gradualmente de una percepción sumamente negativa a una imagen pública positiva lo es Colombia. El término “colombianización” se posicionó mucho tiempo en la mente como un concepto que significaba inestabilidad política y violencia debido a sus problemas internos con la guerrilla de las FARC y el narcotráfico. Nadie quería visitar el país ni invertir un peso en él. No obstante, tras un duro empeño por atender realmente esta problemática (que va desde la captura del capo Pablo Escobar Gaviria hasta la liberación de la ex candidata Ingrid Betancourt), acompañada de la campaña de imagen, comunicación, marketing y relaciones públicas denominada “Colombia es Pasión”, el país comenzó a modificar la mala fama que bien se ganó.[10]
Nuevas iniciativas cívicas contra los políticos
En este clima de insatisfacción social surgen como reacción, cada vez con más y más fuerza, distintas iniciativas cívicas que exigen un golpe de timón, un cambio de actitud y de dirección por parte de los actores que dirigen el rumbo de la Nación. Entre esas voces irreverentes que cuestionan de manera crítica cada decisión errada de los hombres del poder y en el poder, encontramos, por ejemplo:
Movimiento ¡Ya bájenle![11] cuyos principales impulsores son Denise Dresser y Sergio Aguayo, quienes exigen cambios a la Constitución a fin de garantizar más recursos públicos a la educación en vez del dinero destinado a los partidos.
Lupa Ciudadana [12], iniciativa del historiador Enrique Krauze de dar seguimiento puntual a las acciones del Ejecutivo y Legislativo.
Asamblea Nacional Ciudadana[13], promotora del voto nulo o “voto en blanco”.
Movimiento #Internet Necesario[14], de la red social Twitter, porque logró retirar el 3% del impuesto especial a las redes de telecomunicaciones en México luego de presionar a las autoridades correspondientes y a líderes del Senado.
Campaña Somos los Patrones[15], que considera a los políticos como empleados de los mexicanos.
Evolución México[16], organización cívica que coordina Tatiana Clouthier; realiza un “marcaje personal al Congreso” bajo la idea de “adoptar un diputado” y denunciar a malos funcionarios públicos.
Movimiento de “No a los pluris”[17] y “Revolución del intelecto” bajo la iniciativa del conductor Pedro Ferriz de Con, quien pretende eliminar a los legisladores plurinominales (cuenta con la adhesión de más de 500,000 personas a su causa).
Como notamos, todas estas expresiones difieren del movimiento urbano-popular de la izquierda radical, y tienen el propósito común de poner un alto a los excesos de los partidos políticos o a la denominada “partidocracia” en el poder; ello, sin mencionar el constante asedio y seguimiento que los medios y los líderes de opinión hacen ya sobre los políticos de todos los partidos.
La reputación, clave para recuperar la confianza ciudadana
Un valor destacado en este proceso de restauración del valor personal del político y de la política, lo es la “reputación”. La reputación, asociada al prestigio, fama u honor, es un valor intangible estrechamente ligado a la confianza y a la credibilidad, más comúnmente utilizado hoy en el ámbito de los negocios.
Clemente Vera, consultor de Factor Intelectual, define la reputación como “la percepción que se despierta en el cliente y en el mundo empresarial cuyo objetivo principal debe ser generar confianza para adherirse de nuevos inversionistas o nuevas carteras de clientes”. La Real Academia de la Lengua Española se refiere al término como “prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo”. Justo Villafañe señala que la reputación corporativa tiene que ver con el “cumplimiento de sus compromisos con relación a sus clientes, empleados, accionistas si los hubiere y con la comunidad en general”. Shakespeare afirma, en Ricardo II: “El más puro tesoro de los mortales es una reputación inmaculada. Perdida, los hombres no son más que una madera dorada y arcilla pintada”. Y finalmente, Bill Pendergast, presidente de Corporate Reputation Management, nos dice: “La reputación es el activo más importante de la empresa. Una reputación sólida y duradera se construye con el tiempo haciendo correctamente lo que hay que hacer a través de la organización, y consiguiendo el crédito apropiado por los logros”.[18]
La reputación tiene su asiento en un modelo compuesto de cuatro valores principales: a. el valor esencial (bien ser); b. el valor emocional (bien afectivo); c. el valor social (bien hacer), y el d. valor funcional (bien útil). El trabajo e interacción de cada uno de estos valores desencadena todo un cúmulo de beneficios en un plano personal y organizacional.
Pero los beneficios de la reputación corporativa pueden ampliarse también al campo de la política, pues este modelo sirve de sustento a la imagen. Con los logros y el cumplimiento fiel de los compromisos asumidos por los políticos (valor social + valor funcional), se inicia gradualmente la ruta de la recuperación de la credibilidad y de la confianza ciudadana, antes perdidas.
Del mismo modo que en Europa existe el Reputation Insitute[19] con la misión de preparar a los líderes empresariales en este importante valor, la creación de un instituto mexicano de reputación política –que eduque a los gobernantes en valores como la confianza, el honor y el patriotismo a la par de muchas otras enseñanzas sociales que le den sentido a su quehacer político--, podría garantizarle al ciudadano que sus autoridades están más y mejor preparadas para cumplir con su responsabilidad.
En definitiva, confianza y reputación son hoy el reto: binomio, principio y aspiración primordial para la clase política que desee convencernos de acompañarle por los vericuetos de la transición pacífica a la democracia, la paz social y el crecimiento económico de México. ¿Qué opina usted?


[1] Véase el índice de Confianza en las instituciones 2009, ranking nacional de Roy Campos en www.consulta.com.mx
[2] Conozca su Informe Anual 2008 en www.latinobarometro.org
[3] La encuesta “Acontecer nacional y Opinión Pública”, edición semanal Vol. X, No. 6, 15 de febrero de 2010, puede consultarse en www.bgc.com.mx Las instituciones más confiables conforme a este estudio fueron, en orden de importancia: El Ejército, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y, curiosamente, el Presidente de la República. Mitofsky ha ubicado dentro de los primeros tres lugares a la Iglesia y no a la figura presidencial.
[4] Es posible advertir un sensible descenso en los niveles de popularidad del presidente Felipe Calderón de un año para acá; no así de otras figuras públicas como la del gobernador Enrique Peña Nieto. Consúltese el IPC (Índice de Popularidad y Conocimiento), “Populómetro” de BGC, Ulises Beltrán y Asociados, publicado periódicamente en el diario Excélsior, como en www.bgc.com.mx
[5] El Universal, 10 de febrero de 2010. Véase en: http://www.eluniversal.com.mx/primera/34409.html
[6] Recomiendo visitar el siguiente blog de un servidor en el cual encontrará un ensayo al respecto donde se enlistan varios problemas nacionales que, en su conjunto, lastiman la imagen de México en el mundo: www.elvalordetuimagen.blogspot.com
[8] Una copia de su último informe de octubre, Reporte 2009, puede consultarse en http://www.hollandgateway.nl/downloads/0000/0006/Holland_2009_Nation_Brands_Index_Report.pdf
[9] En el siguiente blog puede leerse un artículo mío titulado “México 2010: ¿Hacia una nueva revolución?”, en el cual se citan nombres de grupos y movimientos de ultraizquierda interesados en descarrilar al país y derrocar a su gobierno actual: www.imagendelpoder.blogspot.com
[10] Ángela Montoya es la gerente de la campaña dirigida en distintos frentes y contó con un presupuesto de 10 mil millones de pesos. Excélsior, 23 de octubre de 2006. El sitio web de la campaña es www.colombiaespasion.com
[11] Su página web es www.yabajenle.org.mx
[12] Su página de Internet es www.lupaciudadana.com.mx
[15] La página de internet es www.somoslospatrones.org
[18] Citada esta última en Terry Hannington, Cómo medir y gestionar la reputación de su empresa, Ed. Deusto, Barcelona, 2006, p. 28.
[19] Véase su sitio web: www.reputationinstitute.org

5 de enero de 2010

Análisis. MÉXICO 2010: ¿HACIA UNA NUEVA REVOLUCIÓN?


Ahora que en este 2010 se habla de la posibilidad de un "estallido social" o tercera revolución en México conviene recordar el siguiente análisis publicado en 2006 para prever quiénes podrían incitarla y encender la mecha de la "bomba" ante la nula posibilidad que tienen de alcanzar por la vía democrática y pacífica el triunfo electoral en 2012; esa es su naturaleza (allí están el SME, la CNTE, los "Panchos Villa", "los atencos", la Asamblea de Barrios, El Barzón, Fernández Noroña, el STUNAM, el CGH..., que actúan impunemente en la calle al ser protegidos todos por la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, es decir, por el gobierno perredista de Marcelo Ebrard). La ultraizquierda violenta, en dos palabras. Si no, ¿qué hacía entonces la estudiante Lucía Morett en el campamento de las FARC?

"3 DE JULIO DE 2006:
¿LA DERROTA DE AMLO Y LA IRRUPCIÓN GUERRILLERA?"


Jaime Duarte Mtz.* @JaimeDuarte
“Los socialistas, si no dejan de serlo, no pueden estar contra la guerra […] Quien admita la lucha de clases no puede menos que admitir las guerras civiles, que en toda sociedad de clases representan la continuación, el desarrollo y el recrudecimiento –naturales y en determinadas circunstancias inevitables— de lucha de clases. Todas las grandes revoluciones lo confirman. Negar las guerras civiles u olvidarlas sería caer en un oportunismo extremo y renegar de la revolución socialista […]
“Una clase oprimida que no aspire a aprender el manejo de las armas, a tener armas, esa clase oprimida sólo merecería que se le tratara como esclavos […]
“Nuestra consigna debe ser: armar al proletariado para vencer, expropiar y desarmar a la burguesía”.

- V.I.U., Lenin.

El indeseable escenario del conflicto postelectoral

Ante el “empate técnico” en las encuestas y el creciente clima de animadversión entre los candidatos y partidos políticos en la campaña presidencial de 2006, uno de los escenarios previstos el 3 de julio que ya no se debe descartar es aquél que plantea la existencia del conflicto postelectoral en el que prevalecen las inconformidades, las impugnaciones y las recriminaciones mutuas por encima del respeto, la civilidad y la paz social. Sin embargo, es lógicamente previsible que si Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pierde la elección frente al candidato del PAN o del PRI, la izquierda radical desconozca al presidente electo y recurra a la violencia.

La aseveración anterior no es una afirmación simplista ni aventurada si consideramos, por una parte, no sólo hechos remotos y próximos en los cuales comúnmente las “tribus” del PRD han tomado alcaldías, bloqueado carreteras, desconocido autoridades e incendiado urnas cuando los resultados de los comicios distritales, municipales o estatales no les favorecen, sino también, por la otra, si observamos el creciente acercamiento y convergencia de la guerrilla en torno al perredista tabasqueño (como se explicará enseguida). Y, todo ello, sin descartar la injerencia de Hugo Chávez en el proceso electoral mexicano –con la formación aquí de “círculos bolivarianos”[1], la infiltración de espías venezolanos y el tráfico de rifles AK-47 al Ejército Popular Revolucionario (EPR) con la complacencia de funcionarios del Gobierno del Distrito Federal.[2]

La fragilidad del pacto de civilidad
No obstante haber suscrito León Cota el día martes 13 de junio el Acuerdo Democrático por la Equidad, la Legalidad y la Gobernabilidad, el Partido de la Revolución Democrática no puede garantizar, por sí, su pleno cumplimiento. ¿Por qué? Por tres razones de real politik: a) la acostumbrada agresividad del movimiento urbano-popular (MUP) que conforma el brazo ultra del PRD, b) la paulatina convergencia coyuntural de los grupos guerrilleros en torno a López Obrador y c) la simbiosis entre éstos y el MUP.

a) El MUP, los duros del PRD

Si bien es cierto que su abanderado presidencial se ha esmerado por emplear un discurso conciliador y ha insistido en sus intervenciones recientes que respetará a quien triunfe limpiamente el 2 de julio –aunque sus difamaciones y conducta hoy contradicen sus declaraciones— su partido se compone de un enorme conglomerado de organizaciones y movimientos urbano-populares que se distinguen principalmente por su independencia y beligerancia. Así, ante un escenario adverso, estos grupos virulentos se lanzarán a las calles a protestar y será muy difícil domesticarlos; sus líderes pueden argüir que, ante una “elección de Estado”, ellos no están obligados a obedecer o cumplir “pactos de civilidad”. La historia reciente nos ha demostrado cómo la Asamblea de Barrios, El Barzón (EB), el Consejo General de Huelga (CGH), la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), el Movimiento Antorcha Campesina, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ), el Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), el Movimiento de los 400 Pueblos y el Frente Popular Francisco Villa Independiente (FPFVI), entre otros, se han desempeñado como verdaderos grupos de choque y de presión del sol azteca.[3] Más recientemente, “los macheteros” de San Salvador Atenco también han desafiado al poder local y federal y hoy forman parte igualmente de la ultraizquierda perredista.[4] No es extraño encontrar la intervención del MUP, además, en los actuales conflictos de los “mineros” en Coahuila y los “maestros” en Oaxaca.

Los antecedentes y relaciones de estas organizaciones obreras, magisteriales, estudiantiles, campesinas y populares se ubican más allá de la fundación del PRD y del Frente Democrático Nacional, en 1988. Sus orígenes prácticos, más remotos, vienen de la Comisión Organizadora del Partido de la Clase Obrera impulsada por viejos militantes del Partido Comunista Mexicano, pero todas estas tienen su fundamento en el “Libro Rojo” de Mao, en “ir a llevar la revolución al pueblo”.[5]

Tampoco podemos omitir su activismo en el denominado movimiento anti-globalización o altermundista, con su participación en los Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre,[6] como sus relaciones internacionales con el Movimiento Sin Tierra (Brasil), Piqueteros (Argentina), AFL-CIO (EU), Monos Blancos (Italia), Confederación Paysanne (Francia), Amnistía Internacional (Londres), Madres de la Plaza de Mayo (Argentina) y ATTAC (Francia), entre algunas otras.[7] Algunos de estos, extremadamente violentos.

b) La convergencia guerrillera coyuntural en torno a López Obrador

Si bien los grupos armados subversivos han estado siempre presentes en México y emprendido ataques, secuestros y asesinatos políticos –preponderantemente desde los años 70— la realización de “La otra campaña” liderada por el Subcomandante Marcos (el “Delegado Zero”) y el conflicto de “macheteros” en Atenco (el 3 y 4 de mayo pasados), suscitó su reactivación. La irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en enero de 1994 —señalada como la “guerrilla buena”— le recordó a la opinión pública la existencia de estos grupos clandestinos. Pero la realidad es que desde 1945, hasta hoy, se tiene monitoreada, al menos, la aparición de más de 36 organizaciones guerrilleras, entre las que históricamente sobresalen, por ejemplo: el Ejército de Ajusticiamiento Genaro Vázquez, el Partido de los Pobres, las Fuerzas de Liberación Nacional (origen del EZLN), la Liga Comunista 23 de Septiembre (que secuestró y asesinó al empresario Eugenio Garza Sada) y el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP). Véase el cuadro de las organizaciones guerrilleras en México (1945-2006).

Actualmente, de acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional, existen 8 grupos armados en actividad, con presencia en los estados de Chiapas, Guerrero y el Valle de México. Otro informe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) indica que, de enero de 1994 a mayo de 2004, se han detectado en nuestro país 9 células subversivas.[8] Aunque un reporte más de inteligencia del gobierno federal precisa, en relación con estos, que carecen de capacidad operativa militar y “no representan ningún riesgo para la seguridad nacional”, se sabe que, por ejemplo, el EZLN cuenta con 150 “milicianos” que ya no utilizan rifles de “palo”, sino que portan armas de grueso calibre.[9]

No obstante sus confrontaciones y diferencias en matices ideológicos, tácticas y estrategias como señala el politólogo e investigador del Centro de Documentación de los Movimientos Armados, Jorge Lofredo, cuatro grupos insurgentes “han cerrado filas alrededor de la magnitud de los sucesos de Atenco, aunque no necesariamente respecto al EZLN”.[10] Esas organizaciones militares son: el Partido Democrático Popular Revolucionario Ejército Popular Revolucionario (PDPREPR), el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MLCB) y Tendencia Democrática Revolucionaria (TDR).[11]

Lofredo subraya que la izquierda radical, armada (guerrilla) o no (MUP), tiene como común denominador en su estrategia revolucionaria: 1) la lucha contra el neoliberalismo, 2) las reivindicaciones de carácter nacionalista y regionalista, 3) la defensa de territorios comunitarios y 4) la búsqueda de soluciones alternativas a problemas comunes.[12] En este sentido, la victoria de AMLO en la coyuntura electoral del 2 de julio representa para la izquierda en general –que incluye a la populista, moderada, socialdemócrata y, claro, radical— una oportunidad única. Más aún, la insurgencia militar podría terminar por rendirse al nuevo “Mesías” y abandonar la vía armada. Sin embargo, de ocurrir lo contrario, es decir, que “la derecha” conserve el poder o los “dinosaurios” regresen, los ánimos podrían exacerbarse y, tanto el MUP como la guerrilla, irrumpirían violentamente en el escenario político. El mismo Andrés Manuel lo sabe pero, aunque se substrajera política y socialmente al conflicto postelectoral, está consciente que si no puede controlar a sus bases y corrientes perredistas, menos podrá hacerlo con las huestes subversivas; por ejemplo, está claro que él no cuenta con liderazgo sobre el EZLN (pese a que existen agrupaciones suyas del MUP actuando en este), pero probablemente cuente con operadores que a nivel subrepticio mantengan ligas con el EPR (Ejército Popular Revolucionario[13]) a través de líderes universitarios, estudiantes preparatorianos de la ciudad de México y de “círculos bolivarianos” mexicanos.

c) Relaciones peligrosas: MUP-guerrilla

El asunto no es menor si consideramos, igualmente, la simbiosis entre el movimiento urbano popular y la guerrilla en el área metropolitana. Un documento sobre grupos guerrilleros elaborado por la propia Secretaría de Seguridad Pública capitalina reveló, en mayo pasado, que en cuatro Delegaciones del Distrito Federal (Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco y Tlalpan), viven seguidores de estos grupos insurgentes que pertenecen al CGH, al FPFVI y a otras organizaciones sociales.[14] El documento se elaboró con base en la observación de marchas, plantones, mítines, medios de comunicación impresos y electrónicos, con el fin de que la policía preventiva permanezca atenta a las actividades de estas agrupaciones.

En otras palabras, significa que, por un lado, las autoridades del DF no sólo son cómplices de estos grupos dada la naturaleza del partido y los reclamos históricos del MUP –cuando advertimos en la ciudad la excesiva tolerancia, protección u omisión ante las continuas manifestaciones “ciudadanas”, como en su momento forjó Manuel Camacho Solís como regente capitalino con el SUTAUR-100)— sino que, por otro lado, podemos anticipar que tampoco actuará en caso de que la guerrilla emprenda acciones armadas contra “blancos del capitalismo global”, “oligarcas imperialistas” y “traidores a la Patria” que colaboraron en el fraude electoral o en la “elección de Estado”. ¿Suena exagerado?

Termino citando a Lofredo:

“La transformación de un país con destino al socialismo, a través de la táctica de la guerra de guerrillas o de otras formas de acción, en el México contemporáneo asume un mismo rostro, aunque con disímiles e irreconciliables gestos.
“Es posible que un acercamiento a las posiciones de López Obrador no signifique necesariamente el abandono de posturas revolucionarias, sino que tengan la importancia de ser un paso más en este camino. La visualización que hace TDR-EP [Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo] del tabasqueño es que puede contener tras sí la presión popular necesaria e imprescindible para una transformación radical de la sociedad, circunstancia que también ha señalado el grupo guerrillero como uno de sus objetivos fundamentales”.[15]

Confiamos en que, gane o pierda el PRD la próxima elección presidencial, el fantasma de la violencia en México quede atrás y tales grupos insurgentes quieran reinsertarse al México pacífico y democrático que demandamos vehementemente todos los mexicanos. Pienso que, en el caso de que Felipe Calderón se levante con la victoria el 2 de julio, podría convocar a una amnistía general y tender puentes de diálogo y negociación con los grupos subversivos que se niegan a desaparecer en los albores del siglo XXI. Veremos qué ocurre.

* Analista socio-político y
Director de Imagen Política, Consultoría (hoy SIGNUMS).

WWW.JAIMEDUARTE.COM.MX

14 de junio de 2006.


Notas:
[1] Son múltiples las referencias en la prensa a este respecto, como aquella que nos informa que en varias facultades de la UNAM, en Ciudad Universitaria, agentes venezolanos y estudiantes participan en la impresión de “propaganda bolivariana pro AMLO que repartirán de inmediato en pueblos y comunidades de Oaxaca, Morelos y Guerrero”. La Crónica de Hoy, 8 de marzo de 2006. Existen ya innumerables testimonios ciudadanos e informes gubernamentales que constatan la presencia de dichos “círculos” en distintas regiones del país, incluida la ciudad de México.
[2] El Diputado Juan Carlos Núñez Armas propuso que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión solicitara a la Secretaría de Gobernación y a la PGR “que investiguen las circunstancias en las que se produjo el supuesto tráfico de armas de Venezuela al EPR”. La Crónica de Hoy, 2 de junio de 2005.
[3] Para un conocimiento más detallado e histórico de los movimientos sociales urbanos, véase Hugo Esteve Díaz, Los Movimientos sociales urbanos: Un reto para la modernización, Instituto de Proposiciones Estratégicas, México, 1992, 239 pp. Figuras notables del perredismo como Gerardo Fernández Noroña, Carlos Ímaz, Adolfo Llubre han sido líderes emanados precisamente del MUP.
[4] El investigador y catedrático Julio Moguel clasifica en seis el espectro ideológico de la izquierda mexicana, a saber: cardenistas, lombardistas, comunistas, trotskistas, marxistas radicales y maoístas. Citado por Hugo Esteve Díaz en Las armas de la utopía: La tercera ola de los movimientos guerrilleros en México, Instituto de Proposiciones Estratégicas, A.C., 1995, México, p. 14.
[5] Citado por Hugo Esteve Díaz en Las Armas de la utopía, p. 61.
[6] En la página Web del Foro han aparecido registrados los nombres de algunas de éstas y otras organizaciones de izquierda. Véase: http://www.forosocialmundial.org.br/
[7] Recomiendo ampliamente consultar Pepe Roma, Jaque a la globalización: Cómo crean su red los movimientos sociales y alternativos, Random House Mondadori (Grijalbo), Barcelona, 2001, 377 pp.
[8] Reforma, 11 de julio de 2005.
[9] Milenio Diario, 28 de mayo de 2006. Ana María Salazar, en su libro Seguridad nacional hoy: el reto de las democracias (Ed. Aguilar, México, 2001, p. 28), señala que según una encuesta hecha entre 1998 y 2000 por el Instituto Nacional de Administración Pública, los mexicanos no consideran a los grupos armados como una amenaza a la seguridad nacional; sólo 15% de los entrevistados pensaba que estos sí eran un riesgo para el país.
[10] Milenio Diario, 8 de mayo de 2006.
[11] “TRD es la organización guerrillera más activa y, desde 2003, la única que lleva a cabo acciones militares a través de sus comandos Jaramillista Morelense 23 de Mayo (CJM-23M), Popular Revolucionario La Patria es Primero (CPR-LPP) y Revolucionario del Trabajo México Bárbaro (CRT-MB); y tiene presencia al menos en Guerrero, Morelos y Estado de México”, amplía Lofredo. Diario Monitor, 2 de junio de 2006. Para conocer un poco más acerca de estas células, recomiendo igualmente consultar: Jorge Lofredo, “La guerrilla mexicana: de la unidad a la ruptura”, Cemos Memoria, No. 180, febrero de 2004, en: http://www.memoria.com.mx/180/lofredo.htm .
[12] Diario Monitor, 2 de junio de 2006.
[13] Véase su sitio en la red: http://www.pdpr-epr.org/
[14] Milenio Diario, 27 de mayo de 2006.
[15] Diario Monitor, 2 de junio de 2006.