Socio Director de SIGNUMS Imagen y Reputación
@JaimeDuarte
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En menudo lío se encuentra hoy el presidente Enrique Peña Nieto. Apenas lleva cumplida la tercera parte de su sexenio y enfrenta ya la más dura crisis política, económica, social y de credibilidad en más de quince años de alternancia en México.
Quién iba a suponer o siquiera a imaginar que, luego del primer semestre de 2014 en el que su gobierno presumía el éxito de la aprobación de "sus" once reformas estructurales (hacendaria, energética, política, etc.) y consiguiera el aplauso de naciones y socios comerciales, se levantaría un descontento generalizado en México y en el exterior hacia su administración nunca antes visto.
La desaparición de 43 jóvenes de la escuela Normal de Ayotzinapa, en Guerrero, con la complicidad de autoridades locales y estatales, sumada al escándalo propiciado por la llamada "Casa Blanca" propiedad de su esposa (dado su costo y el conflicto de intereses con el grupo Higa), detonaron la ira, el repudio y el malestar de la sociedad mexicana e internacional de una forma nunca antes vista; hasta asociaciones y sectores como el Consejo Coordinador Empresarial y la Conferencia del Episcopado Mexicano -que políticamente se mantienen al margen de estas manifestaciones- expresaron su repudio a su manera. Líderes de opinión como Enrique Krauze, y muchos más, fustigaron al mandatario.
Ante esto, el propio manejo oficial de la crisis desde Los Pinos fue errático, lo cual generó que la burla en las redes sociales no se hiciera esperar y se viralizara. ¿Cuántos creen en la versión oficial de la PGR sobre la muerte de los jóvenes? ¿Cuántos se dijeron convencidos por la justificación de Angélica Rivera (mal llamada Primera Dama pues no existe la figura legal) acerca de su propiedad? El descrédito total. La comunicación presidencial es, por decir lo menos, ineficaz.
Sin embargo, dichos eventos de violencia extrema y de corrupción en la clase política mexicana (funcionarios públicos, legisladores y partidos políticos incluidos) no son sino la punta del iceberg de una problemática más amplia y profunda que vivimos en los últimos años en nuestro país.
México padece una terrible e incesante ola de muertos y víctimas producto de la delincuencia organizada, como conflictos sociales y políticos serios en estados como Guerrero y Michoacán (por la combinación explosiva de pobreza, narcotraficantes, auto defensas, policías rurales, guerrilla) que amenazan la gobernabilidad del Estado y la paz social. El escenario de un levantamiento armado ya no podemos descartarlo.
Sumado a lo anterior, la economía yace estancada; no avanza desde 2012. Durante todo el año pasado el Banco de México y la Secretaría de Hacienda recortaron varias veces su proyección de crecimiento económico (no más del 2% del PIB). La recaudación hacendaria ha aumentado las arcas el gobierno, pero ha sangrado a las empresas y no fomenta la productividad ni el ingreso. El dólar cerró el 2014 en $15.00. Se detuvo la inversión extranjera. El precio del barril de petróleo nacional ya está debajo de los USD $40.00 (EEUU dejará de comprarnos hidrocarburos; ahora nos venderá). El último "gasolinazo" de enero propiciará una escalada de precios (¿inflación?). Nuestra Balanza Comercial fue deficitaria. La Bolsa Mexicana de Valores arrancó el año a la baja... En fin.
Todos estos factores, con razón, no solo dieron al traste con el denominado "mexican moment" sino con la confianza ciudadana en el Gobierno Federal y, particularmente, en el Presidente de la República. Diversas empresas encuestadoras publicaron en diciembre pasado los resultados de sus investigaciones, mismas que revelaron lo que ya se esperaba: un desplome sensible en la imagen de Peña Nieto, percepción ciudadana igualmente negativa hacia todos los miembros de su gabinete.
¿Y para qué mencionar su deteriorada imagen física como producto del desgaste natural del poder o de su enfermedad de cáncer (oculta pero confirmada) que a algunos miembros de la Familia Revolucionaria les preocupa y a otros les lleva a soñar?
Ante la crisis reputacional de Peña, el Ejecutivo Federal comenzó a tomar varias acciones de tipo mediático y político, por ejemplo:
1. Anunció a la Nación en su video mensaje del pasado 4 de enero, siete acciones para mejorar la economía familiar, al tiempo que se comprometió a estar más cerca de los ciudadanos y a combatir la impunidad y la corrupción.
2. Autorizó más recursos a la publicidad gubernamental. Se habla de $1,900 millones para todas las dependencias oficiales. Destaca la partida programada para Televisa y TV Azteca: $144.2 y $83.4 millones, respectivamente. (Fuente: Reforma, 6 enero 2015, p. 7).
3. Viajó a EUU a encontrarse con Obama. ¿La finalidad? Convencer a su homólogo de que tiene el control del País pese a caso Ayotzinapa y a la violencia registrada, asunto de seguridad regional.
4. ¿Remoción de secretarios de Gobierno? Al momento de escribir estas líneas circulan rumores acerca de la salida de algunos miembros del gabinete presidencial. Al respecto, el líder nacional del PRI, César Camacho Quiroz (exhibido hace unos días en la prensa, por cierto, con su colección de relojes de lujo con un valor superior al millón de pesos), se negó a confirmar dichas versiones, como la participación de tales figuras en las filas de su partido de cara a los comicios del 7 de junio próximo. No lo descarte, podría ser una salida decorosa del Presidente, pero prescindiría de piezas secundarias pues deshacerse de Chong o de Videgaray sería demasiado y se tomaría más como una señal de debilidad. No creo que esté dispuesto a sacrificarlos; ambos representan a dos grupos poderosos al interior del gobierno.
En definitiva, el presidente Peña Nieto encara el desafío monumental de...
a) fortalecer la gobernabilidad democrática (sin tibiezas ni autoritarismo), para que el País no se le vaya de sus manos;
b) recobrar la credibilidad o confianza ciudadana en su administración (evitar más escándalos), y
c) mantener los avances electorales que su partido alcanzó en las elecciones de 2012.
Pero lograrlo se antoja imposible como ha venido trabajando el Presidente. "Mover a México" de verdad requerirá voluntad política y más de un sexenio.
Hoy confirmamos que ya no es suficiente gastar millones y millones de pesos en publicidad y propaganda política, ni contar con el respaldo de las empresas televisoras dirigidas a enaltecer la imagen presidencial, si quien ostenta el poder no es humano ni gobierna sabiamente.
Por ahora, más que nunca, a Peña Nieto le urge concretar este 2015 las reformas estructurales aprobadas atrás; diseñar otras estrategias y políticas públicas que impulsen de inmediato el crecimiento económico (reducción de impuestos y fomento al empleo, por ejemplo), y tomar decisiones y acciones inteligentes de gobierno (como encarcelar a delincuentes y a corruptos, aún de su propio partido) que finalmente seduzcan a la opinión pública y hagan pensar y sentir a toda la sociedad (no sólo al voto duro del PRI) que el Presidente actual tiene la estatura moral, el valor y el liderazgo necesarios para gobernar nuestra gran Nación: ¡México! ¿Podrá?
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